11 julio 2017

Cuaderno de Wimbledon: El extraño caso del niño y la toalla robada

  Los medios de comunicación adoran las "historias de interés humano"

  El gusto por las historias sentimentales se ha fortalecido con las redes sociales. Gatitos, perritos o historias de superación personal... ¿Quieren hacer un vídeo viral? Convenzan a un octogenario para que trepe a una palmera y salve al gatito del vecino de caer al vacío. 

  Wimbledon, aunque parece un torneo atildado, tampoco se ha librado y ha recibido esta edición su ración de fluido rosa. Primero fue una tenista lesionada pidiendo ayuda a gritos en medio de la pista. 

¡Pero eso no fue nada comparado con el extraño caso del niño y la toalla robada!

  La versión oficial es la siguiente. El tenista estadounidenese Jack Sock lanza al público de las primeras filas su toalla (sudada). Poco después tuitea: "If anyone knows the kid that unfortunately had the towel ripped out of his hands...tweet his name at me and I'll be sure to get him one". Como les encanta decir a los periodistas, poco se podía imaginar el tenista del revuelo que se iba a formar; o quizá sí. El caso es que todas las gentes de bien amantes del tenis se pusieron a la obra de encontrar al "kid" que había sido "unfortunately ripped out" la toalla.... Y lo encontaron. Marca.com, el diario de referencia de nuestro amado líder M.R.B. publicó que el torneo había localizado al "niño" (obsérvese como el kid va perdiendo años). El diario informa con alivio que el niño al que un adulto le había robado la toalla había aparecido. El agravio sufrido sería reparado. Final feliz. El representante de Jack Sock se había puesto en contacto con el niño y le había invitado a sus próximos partidos prometiendo que le entregaría una toalla (¿sudada, limpia?). A lo Paulo Coelho todo el universo había conspirado como si se tratara de una logia masónica, para que la felonía fuera reparada. ¿O no?

  Mi hermano Antonio, siempre buscando los tres pies al gato (sí, el gato del octogenario se salvó pero perdió una de las patas) me invita a que vea el vídeo del robo de la toalla de Sock. Normalmente hay que hacer caso a los hermanos/as mayores. Lo veo. Primera sorpresa: los protagonistas. El niño o "kid", al que yo había imaginado como un tierno y desvalido infante de unos nueve o diez años resulta ser un vigoroso teenager, de esos que en España es fácil ver bebiendo litros de ron, pateando papeleras o examinándose del C2 de Alemán. Segunda sorpresa: el pérfido adulto. Resulta ser un señor de edad que bien se le podría calificar (a la espera de ver su analítica de orina) como señor mayor. De repente la historia adquiere tintes insospechados. Resulta que más bien que un niño robado por un adulto tenemos a un joven que roba la toalla de Sock a un venerable anciano, con cara, eso sí, de tener malas pulgas. 

  De repente me sale el picapleitos que habita en mi y veo el vídeo una y otra vez. Por un lado tenemos el testimonio del testigo, Sock. Si aseguró que le habían robado la toalla al chico es porque su intención era tirarle la toalla a él y no al viejo. Jack Sock es el 18 del mundo en el ranking de la ATP, pero ¿qué ranking ocupa en el lanzamiento de toallas a la grada? Viendo el vídeo más bien lo que parece es que la toalla va precisamente donde se encontraba el anciano señor y que es el joven el que desde la fila de arriba hace el pino puente para, con malas artes, arrebatársela. Pero es cierto que el joven aplaudía y que el señor parece más bien decepcionado con el resultado del partido, de modo que quizá solo quería la toalla de Sock para analizar su ADN buscando sustancias dopantes (si es que tal cosa es posible) o para hacerle el más clásico vudú. Por otro lado, teniendo ambos dinero suficiente para procurarse una entrada de primera fila de la pista central de Wimbledon, ¿no tienen para comprarse una toalla en la tienda oficial?

  Para mi hermano es un claro ejemplo de posverdad. A fin de cuentas Sock es estadounidense, cuyo gobierno ha hecho doctrina oficial de los "alternative facts", nueva denominación de los embustes. Yo creo que Socks quería mandársela al chico, pero que su displicente lanzamiento fue calamitoso y cayó sobre el abuelo quien no ha hecho toda su fortuna (pinta tiene de ricachón de la escuela del señor Burns) precisamente andándose con chiquitas.  

  Por ello debemos absolver y absolvemos al chico de la acusación roba-abuelos y además lograr un rédito ilegal personal y patrimonial con su acción. No hay pronunciamiento en costas, si bien se hace saber a las partes que si quieren tenis y una toalla vieja pero limpia, siempre pueden venir a verme jugar a mí en Alicante, siempre y cuando se abstengan de gritar: ¡Vamos Rafa! 



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2 comentarios:

  1. Ese "budú" me ha dejado hechizado y sin respiración.

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    1. A mí también me ha dejado sin respiración (y colorado). Pido disculpas y agradezco la elegante corrección.

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