23 mayo 2017

El editorial

  Para algunos (para mí) existe un morboso placer en leer y escuchar a quien tiene opiniones diferentes a las propias. A veces puede ser peligroso. En ocasiones puedes encontrarte con argumentos bien construidos que se sustentan en informaciones contrastadas. Cuando las lees sabes que estás en lo cierto y que el otro está equivocado, pero sería incapaz de rebatir ante un auditorio neutral las posiciones del contrario. En cambio otras son saludablemente disparatadas. Masajean el ánimo, tonifican el ego y proporcionan la dosis diaria de indignación que nos mantiene en forma la propia autoestima. Las primeras son peligrosas porque pueden tambalear nuestro modo de ver las cosas. Las segundas pueden deslizarse en el terreno del humor tal y como lo definió Woody Allen: tragedia más tiempo. Como ejemplo podíamos poner el editorial de El País.

  Desde que El País ya no es el diario independiente de la mañana y se ha convertido en una iracunda hoja parroquial del liberalismo, los editoriales de El País se han reciclado en material para elaborar un libro recopilatrio al estilo de "Celtiberia Show", de Luis Carandell. Como acertadamente recogía un meme, el editorial tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE parecía escrito, como muy bien expresó @gerardotc, por Jack Nicholson en el hotel Overlook. "La victoria de Sánchez no es ajena al contexto político de crisis de la democracia representativa, en el que se imponen con suma facilidad la demagogia, las medias o falsas verdades y las promesas de imposible cumplimiento". Con lo fácil que es entender que lo se necesita es más PSOE, mucho PSOE y no menos PSOE".

  Me gusta imaginar al editorialista tecleando furiosamente, en éxtasis, como lo hacía Jack Lemmon en Primera Plana (The front page), mientras que Cebrián (Walter Matthau) le pasa cariñosamente la mano por el hombro y le enciende un cigarrillo que posa en sus labios.  "Anoche una vez más El País consiguió salvar a España en la hora más crucial de su historia. Pedro Sánchez, el tigre bolchevique, que enloquecido se escapó del patíbulo para presentarse a las primarias del PSOE y sembrar el pánico en las calles y los mercados, fue detenido y desarmado argumentalmente por este diario...". Rapsodia en rojo. Rojos bolcheviques. Populismo rampante... 

  Los gurús del masaje sentimental y de la hamaca moral se han pasado décadas diciendo lo saludable que es reirse de uno mismo. Yo lo he practicado tanto que ya no me encuentro la gracia. Sin embargo nada dicen de lo saludable que es reirse de los rivales. A veces es una necesidad. Te puedes amargar bajo el peso del poder o puedes empezar a contar las almorranas de su culo. A veces la opresión no es tan asfixiante y simplemente el humor te permite tomar la distancia necesaria. No digo que el humor sea siempre tan beneficioso. Es detestable cuando se practica de arriba hacia abajo, porque se convierte en un matonismo despreciable. Pero cuando es en el sentido inverso o es horizontal, tiene un efecto similar al de la jalea real: favorece los impulsos nerviosos en el cerebro, es desintoxicante, regula la presión sanguínea y es antifungicida.

  En la era de la diversidad solo podremos soportar (y nos podrán tolerar) si le vemos la gracia al contrincante. Cassandra a los jueces, los jueces a los tuiteros, los gays al autobús de hazteoir, la federación de padres separados a las feministas y así en un círculo irónico que preserve la paz. Yo  he vuelto a El País para que alegre el erial de mi vida con sus editoriales y reportajes de Víctor y Ana. ¡Ay de los que nada les haga gracia! Cuidado con ellos.

El humor está aquí, en alguna parte
Síguenos en Facebook y Twitter

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por tu comentario!