11 agosto 2018

El machismo de las necrológicas

Creo que la mayoría de las personas estaremos de acuerdo de que viajar es uno de las mejores cosas en las que emplear el tiempo que se nos otorga vivos. Abre la mente, estimula y permite leer las revistas de las compañías aéreas. En una de ellas, hace unos meses, en su artículo de apertura, se informaba de la compra por parte de una compañía aérea extranjera de la compra de unos nuevos aviones. En una foto aparecía el orgulloso presidente con otros presidentes y directivos de la compañía aérea y de la empresa vendedora, todo hombres. En otra, al orgulloso presidente rodeado de mujeres... azafatas de la compañía. Pensé que una información similar ya no sería posible en España sin levantar una oleada de críticas, más que justificadas. 

Sin embargo, a veces la búsqueda de los inclusivo, lo paritario, lo no sexista se vuelve una paranoica búsqueda de un quítame esas pajas, cuando en lo esencial, se sigue definiendo a las mujeres con los mismos parámetros que se hacían hace más de cincuenta años. De manera invariable cuando fallece una mujer, especialmente si es joven se destaca que era sencilla, amable, con una sonrisa en los labios, cariñosa y dulce. 

En la edición digital de El País se insiste sobre la historia de la española Arancha Gutiérrez, asesinada en Tortuguero (Costa Rica). Por supuesto vaya por delante mi condolencia para la familia y amigos y mi pésame. Lo que decimos de los muertos tiene mucho que ver con lo que pensamos de los vivos. Cuando uno fallece, es normal y justo que se destaquen las cualidades del finado. Será que en los momentos de dolor bajamos la guardia sobre lo que es políticamente correcto y nos quitamos la careta ideológica expresando las cosas tal y como las sentimos.

En el caso de Arancha se la define en El País como un "ángel" (las comillas son mías), llena de alegría, con enorme sonrisa. En la crónica anterior, luego corregida, el diario la calificaba como sencilla, cariñosa y amante de las causas perdidas. Según la información de este diario deja "huérfanos" a más 450 pacientes a los que atendía como fisioterapeuta. Está demasiado arraigado en nuestro interior que las mujeres son (o deben de ser) de una manera u otra madres.

Así describía el diario El Mundo a Ignacio Echeverría, el español asesinado en Londres hace algo más de un año cuando se enfrentó heroicamente a un terrorista: Jovial (que no alegre), metódico, constante, políglota (hablaba cuatro idiomas), recto, buena persona y el tío favorito de sus sobrinos.


Creo que la necrológica de Arancha no es la excepción. Si se repasa, y por desgracia hay mucho material, como se describe a las mujeres asesinadas, por ejemplo, víctimas de la violencia de género, siempre se destacan sus cualidades "femeninas" como su sencillez, su sonrisa, su alegría, su humildad, su generosidad, virtudes que no desentonarían mucho con el ideal de mujer de la Sección Femenina, una esposa y madre abnegada, tierna y dócil.

Una sencilla prueba para evaluar este tipo de situaciones sería pensar si la descripción de un varón hubiera sido lo mismo. ¿Se destacaría que deja huérfanos a sus pacientes o se destacaría su capacidad de trabajo y su profesionalidad como fisioterapia? ¿Se subrayaría su sencillez y su sonrisa o su capacidad de trabajo así como la confianza que transmitía a sus pacientes? ¿Se diría de él que era un soñador o por el contrario que era un activista y luchador en favor de las causas medioambientales?

08 mayo 2018

Bárbara Petrioli Gavilán

Me gusta poner así su nombre entero. Nombre y dos apellidos. Había cierta poesía en ellos. Creo que alguna vez se lo dije, o eso espero. No hablo de Bárbara solo porque fuera mi amiga, ni porque murió en la madrugada del día 18 de abril de 2018. Hablo de ella porque era parte de este blog.

Puede que el blog no sea gran cosa. Pero si existe ha sido gracias a dos personas. Ana Maroto, que me ha estimulado, animado y que se ha responsabilizado de la buena marcha o al menos de la existencia del blog y gracias a Bárbara.  Ella era la lectora fiel y con el tiempo se convirtió en la imprescindible correctora de mis textos. Mis prisas y seguramente mis carencias hacen que algunos de ellos tengan gazapos, incorrecciones o simplemente un estilo mejorable. Bárbara no tardaba en escribirme y sutilmente me decía, "creo que quedaría mejor así... Te marco lo que he visto". Me mandaba por whatsapp las correcciones y las sugerencias. Lo siguió haciendo incluso cuando ya estaba muy malita. Le pregunté que le parecía el último que había escrito.  Me dijo: "me ha gustado, irónico, mordaz, lo que a ti te mola".

Cada vez pienso más que ser irónico o mordaz  (o pretender serlo) no siempre es una cualidad. O mejor dicho, lo es pocas veces. En cambio ser una persona generosa lo es siempre. Bárbara era muy generosa y tenía también mucho talento, un talento que incluso ella misma desconocía. Bárbara era culta, buena lectora, interesada por todo, curiosa, trabajadora, disciplinada y entregada. La gente te quería Bárbara. Te quería Susana, tu madre y muchos más. Un amigo que acaba de perder a su mujer, me dijo, "no se puede ser tan buena persona". ¿Hay alguna  relación entre marcharse tan pronto y ser bueno? A veces me da por pensar que sí.

Este texto, Bárbara, tiene fallos porque tú no estás para corregirlos.  No los quiero corregir pero prometo que prestaré más atención en lo sucesivo. Tendré en cuenta lo que me decías porque a fin de cuentas siempre serás ese viento que entra y lo desordena todo. Besos.

09 abril 2018

Yo no me llamo Javier (Cifuentes)

   Yo no te conocí en la playa, no nos fuimos juntos a comer paella, nunca pasaste una noche en mi hotel, no te has bañado conmigo en la piscina de mi chalé, tu no me presentaste a tus padres, no me invitaste a tu casa, ni a dormir ni a comer, hola como estás, que niño tan bonito, ¿Cómo? ¿Qué es mío? ¿Que yo soy el padre? Pero eso como va a ser, si yo soy impotente, deja ya de joder, yo no me llamo Javier, yo no me llamo Javier. 
  Yo tengo un máster en Derecho Autonómico, yo fui a clase, aunque luego no fui a clase, yo me matriculado aunque no recuerdo cuándo, yo hice el trabajo de fin de máster aunque no recuerdo dónde está, yo lo defendí ante un tribunal aunque no recuerdo las personas. ¿Cómo? ¿Que el tribunal dice que nunca me he presentado? Deja ya de joder yo tengo un máster, deja ya de joder, yo tengo un máster, eh, eh, eh...


  Pablo Carbonell ironizaba con aquel que niega todas las evidencias. Años después Cristina Cifuentes ha hecho su propia versión del clásico de los Toreros Muertos. Como a menudo sucede con la canallocracia española, el asunto ha llegado a un estadio en el que pasa de ser trágico a ser cómico, como ya entendió en su momento Valle-Inclán.


  Hace mucho que el asunto del máster de Cifuentes quedó claro para cualquiera cuya fuente de información no sea exclusivamente la COPE o TVE. A partir de ahora todo es carne de memes, cantera para chistes, abono para el escarnio. Sin duda, la interesada se lo ha buscado y no deja de ser irónico que acabe así su carrera política, una nimiedad si se compara con muchas de las felonías de sus compañeros de partido y de las de otras formaciones.


  Ya teníamos a nuestra disposición la matraca nacionalista, pero aventuro que la matraca de los másters seguirá aún no estando (Javier) Cifuentes en escena. Aparecerán políticos con máster nunca cursados, con cursos que no son máster pero en el curriculum vitae aparecen como tales. Máster sin exigencia alguna que reparten los partidos entre sus acólitos.


  Sin duda el negocio de los máster merece un capítulo aparte. Una vez que Bolonia consiguió abaratar académicamente el título universitario para convertirlo en un neobachillerato, la posesión de un máster se volvió prácticamente imprescindible para todo aquel que quisiera ser algo en la vida laboral. Ciertos negocios no solo tienen la virtud de llenar los bolsillos de unos cuantos sino que, por decirlo suavemente, vuelve a poner socialmente las cosas en su sitio. Por ejemplo Dimas Gimeno cursó MBA en IESE institución en que el consejero delegado de PRISA Manuel Mirat, cursó un PDD (Programa de Desarrollo Directivo) y PADE (Programa de Alta Dirección de Empresas). Por si están interesados, las tasas del programa Executive MBA de IESE ascienden a 7.131 euros.


  Claro que no es el caso que nos ocupa. Para los políticos un máster, un posgrado, un doctorado es un adorno. No quieren que nadie les tome por zoquetes y mucho menos tener menos títulos académicos que sus becarios. Hay quien critica la titulitis, pero ¿cómo se cura uno de esa enfermedad si está rodeada de una sociedad de enfermos enganchados a los títulos y alérgicos a la cultura sin papeles ni certificados? Dicho de otra forma. Cuando uno nace en España en su currículum se escribe: inglés- nivel medio.


  En cuanto a cómo queda la universidad española con este asunto prefiero guardar silencio y no hablar ni siquiera con un ejército de abogados. Además tengo algún título universitario español y no tiraré piedras sobre mi tejado. Muchas universidades se han apresurado a pregonar su rigor académico y limpieza institucional. ¿Excusatio non petita, accusatio manifesta?


  Decían las abuelas y los abuelos que más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo. Pero también cree el ladrón que todos son de su condición.