27 enero 2014

En contra, a favor, en contra y a favor de José Saramago

  Seguramente la sola mención del título habrá puesto los pelos como escarpias a más de uno. ¿Pero cómo se atreve? ¡Patán, mentecato, gañán seboso! Meterse con la Coca-Cola o con Rajoy nadie en su sano juicio lo criticaría, pero con Saramago... "va usted demasiado lejos".

  Me explicaré, y lo haré con palabras sencillas, no para asegurar que se me entiende, sino porque no sé hacerlo de otra manera. No disfruto con las novelas de Saramago. Diré mejor, que pese a ser un buen lector, persistente pero lúdico al mismo tiempo, no he conseguido disfrutar con sus libros y lo he intentado. No entraré en detalles que incluyen bostezos y alguna expresión de fastidio en alguno de sus párrafos, y lo englobaré todo en la siguiente explicación: no entro en su mundo.


  • En contra de José Saramago. Como las comparaciones son odiosas, comparemos: Cuando leo a Vargas Llosa, por poner el ejemplo de uno de mis escritores favoritos, me sumerjo en un océano de pasiones, me parece que solo un robot superdotado puede como él dar con la palabra precisa, con el cambio de todo, de lo cómico a lo épico, lo patético. Saramago me parece plano. No avanzo entre sus páginas o directamente me hunden en una dulzona melancolía, en el bostezo que te produce el petulante, y para eso prefiero a Ernesto Sábato.

  • A favor de José Saramago. Y sin embargo, la brillantez literaria es desbordante en el planteamiento de su novela "Las Intermitencias de la Muerte". Narra la extraordinaria historia de un país donde a partir del uno de enero (fecha de mi cumpleaños) nadie muere. Los vecinos celebran jubilosos tan magnífico hecho. Sin embargo la muerte, olvidadiza, retornará. No menos lúcida y soprendente es la trama de su novela "Todos los nombres". Relata la historia de un funcionario del Registro Civil cuya afición (más bien obsesión) es recopilar recortes de todas las personas famosas que han pasado por sus manos como trabajador del registro. Pero un día, junto a la ficha de unos famosos que coge de los ficheros para copiarlos y restituirlos al día siguiente, se traspapela el historial de una mujer anónima.

  • En contra de José Saramago. Se trata de un contra con matizaciones. En el año 2010 poco después de su muerte, la Audiencia Nacional le condenó a pagar algo más de de 717.000 euros a la Hacienda española. El argumento del escritor era que su domicilio fiscal estaba en Portugal. Pero ¡ay! los inspectores de hacienda pueden ser amantes de la literatura y tener un aspecto muy distinto al del frío burócrata, como quedó acreditado en Palma el pasado sábado. El nobel no se había cansado de loar y cantar las excelencias de su vida en Lanzarote. El escritor comunista se resistió como gato panza arriba a abonar a la hacienda española y para eso recurrió a un carísimo y nada comunista bufete de Abogados, donde solo por pisar la moqueta de entrada hay que depositar una cuantiosa provisión de fondos. Moraleja de la historia. Yo por si acaso, declaro que todos mis poemas los inspira mi lugar de residencia: las Islas Vírgenes.

  • A favor de José Saramago.  De acuerdo, no le gustaba pagar, pero ¿por eso deja de ser Saramago un escritor comprometido? Yo creo que no, quizá contradictorio, pero comprometido. Además dentro de un buen fabulador, por fuerza debe haber un farsante, de acuerdo con la peregrina hipótesis que acabo de acuñar. Sería injusto por tanto, no reconocerle su compromiso social. Sería injusto no reconocer que su compromiso fue anterior a ser un escritor reconocido en el mundo entero. Ya anciano no dudaba en participar en actos de apoyo a causas que en el fondo son de todos. Abundantes fueron sus escritos y manifiestos denunciando injusticias y la desigualdad. Me quedo con hermoso texto en el que criticaba al régimen cubano y hacía un bello alegato en favor del derecho a disentir.  Estoy casi seguro que apoyaría mi derecho a disentir también de los maestros de la literatura, cuando no te tocan el corazón.


Pd. No he dicho sobre él mi última palabra. ¿Y si un día vuelvo y tengo que tragarme estas palabras? Entonces, sea.



El humor está aquí, en alguna parte
Síguenos en Facebook y Twitter

7 comentarios:

  1. No me parece justo comparar a Vargas Llosa con Saramago. El primero es bastante fácil de leer, tiene novelas apasionantes (a mí me gustan hasta las históricas), mientras que Saramago es árido y cuesta meterse en su lectura. A mí me gusta y encuentro que tiene novelas muy placenteras y una vez que uno se mete en su mundo gusta bastante, tanto como para leerle en su idioma original (no me gustan las traducciones que hacía su esposa). Desde luego, no es escritor para leer 3 ó 4 páginas y dejarlo para otro rato.
    Saramago es -o era- un hombre admirable y Vargas Llosa un extraviado desagradable en su ideario y sus compañías. A decir verdad, para mí ha sido un palo enterarme de ese asunto del abogado poco recomendable, prefiero pensar que alguien jugó con la buena fe del escritor.

    ResponderEliminar
  2. En mi humildísima opinión el fallo en Saramago es el cómo y no el qué. Me explico: sus historias son buenas, pero falla la manera, el estilo para enfocarlas, el procedimiento del escritor; la manera en que escribe o te llega o te llena o no tienes nada que hacer. Es un estilo personal que a mí no me convence, pero que, a la vista esta por su gran trayectoria a mucha gente sí.

    ResponderEliminar
  3. No podría estar más de acuerdo: Saramago retrata las emociones, pero Vargas Llosa las contagia y ésta es la verdadera magia de la literatura.
    ¿Será por ello que sus lectores le perdonamos a Varguitas sus devaneos con la derechona?
    O sea: a favor, en contra de Vargas Llosa
    Señora Flaca

    ResponderEliminar
  4. Ya lo dijiste "No entras en su mundo". Creo que en un escritor solo importan sus libros. EL llamado escritor comprometido es otro espacio, aunque es difícil no mezclarlos. Es respetable tu punto, a mi poco me gusta Saramago, concuerdo contigo, es un poco plano. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Las comparaciones son siempre odiosas.
    Personalmente de Saramago sólo he leído un libro "Ensayo sobre la ceguera" y he de decir que me gustó, seré plana o produciré bostezos como él, ha saber. En cambio el libro de Saramago lo terminé de leer, cosa que no he conseguido hacer con ninguno de Vargas Llosa, me cuesta mil mundos, en realidad los escritores latinoamericanos me cuestan un poco, se me atraviesan y al final sus libros terminan durmiendo el sueño de los justos en un montón en mi mesita de noche.
    Respecto a los ideales políticos de cada uno, ni entro ni salgo, cada uno piensa y actúa como cree mejor en esta vida. Lo dicho, las comparaciones son odiosas.
    El post estupendo.

    ResponderEliminar
  6. Vargas Llosa con su manera de pensar politicamente se acerca demasiado a los musulmanes (no transigen bajo ninguna circunstancia y por ello es de temer pues escribe cosas que no se ajustan a la verdad). De Saramago no puedo decir absolutamente nada pues nunca he leido ninguna de sus obras. Ya lo hare oportunamente.

    ResponderEliminar
  7. Yo -que nadie se lo tome a mal- siento una aversión instintiva hacia la prosa de José Saramago, cada vez que intento leerlo. No lo juzgo como escritor, dado que lo desconozco. Sencillamente, no me entra. En cambio, sus "Cuadernos de Lanzarote", me resultaron muy interesante. Conclusión, me agrada la persona, aunque como escritor no me entre...

    ResponderEliminar

¡Gracias por tu comentario!