31 octubre 2013

Paletos pero globalizados

  Antes de que me digan que soy tonto desde que mi madre y mi padre fueron novios —¿como sabe a ciencia cierta que mi padre y mi madre fueron novios?— como hizo un amable lector, en lo que catalogo como el mejor insulto del mes, debo advertir que yo también soy un paleto globalizado.

  Ya saben mi campaña a favor del Jalogüín hispano y mi campaña en pro de que se abra paso con fuerza la tradición de Acción de Gracias, en la que en vez de pavo comeremos jamón ibérico sólo para fastidiar a la comunidad judía y musulmana residente y por dar satisfacción a mis propias debilidades personales. Pero eso no hace que me engañe. Estar globalizado culturalmente no significa estar integrados en una cultura global.

  ¿Recuerdan los que estudiaron con los planes anteriores a la LOGSE la historieta platónica de la caverna? No tenemos conocimiento real, sino que sólo vemos las sombras que proyectan las cosas verdaderas. O algo así (doy pie a que me llame majadero cualquier profesor de filosofía). Con la globalización parece ocurrir otro tanto. Adoptamos costumbres globales pero eso no nos saca de paletos: me explicaré.

  Copiar costumbres norteamericanas sería en cierto modo positivo si nos acercaran a una cultura, en este caso la estadounidense. Pero en realidad copiamos las sombras de lo que vemos, cuando ni siquiera sabemos lo que esta costumbre viene a significar para ellos. Lo ilustraré brevemente. Ellos carecen de fiestas, con su consiguiente cachondeo, que es lo que los españoles entienden por fiestas. Por supuesto tienen Acción de Gracias, pero eso viene a ser la Nochebuena, te juntas con la familia, comes algo y te vas. Lo más próximo al cachondeo sería Las Vegas, pero eso es otro cantar. De modo que Halloween es su fiesta. Algo que preparan durante meses y que para muchos es el momento mas divertido del año.

  Pongamos un ejemplo inverso, ya que los españoles aunque globalizamos también somos globalizadores. Nuestras marcas globalizadoras más potentes se llaman Real Madrid y Fútbol Club Barcelona (aunque su verdadero nombre empresarial es Real Adidas ACS y F.C Nike-Catar respectivamente). Raro es ver una patera (de esas que no rescatamos en el mar) o un asalto a una valla de Melilla donde no haya algún seguidor de estos equipos ataviados con sus colores. Especialmente el FC Nike/Catar, que ha ganado millones de adeptos para la causa. Se enfundan sus colores, cantan el himno, pero ni siquiera saben que el Camp Nou está en un lugar llamado Catalonia y por supuesto menos que Catalonia is not Spain (o al menos eso dicen). Pero todos sabrán que viste Nike.

  O sea que más que sombras en la caverna, parece que la globalización nos da una idea borrosa, como la de una imagen de televisión sin descodificar, de lo que pasa fuera de nuestro pequeño mundo de dos hectáreas. No hay que ponerse derrotistas. Del latin vulgar nació el castellano. La mezcla, los errores y la confusión producen a veces realidades insospechadas. Quizá de Jalogüin, el día del orgullo gótico, o el día de las minifaldas de tallas XXL (eso sería magnífico). Supongo que siempre que haya alguna multinacional interesada.


El humor está aquí, en alguna parte
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2 comentarios:

  1. El Halloween (o Jalogüin si prefieres) me produce el espanto que todo lo importado e incorporado ciegamente me produce, aunque al fin y al cabo también en EE.UU. nos imitan la Semana Santa vistiendo de nazarenos a su Ku-Klux-Klan. Sin embargo hay cosas que no consigo superar. Por ejemplo, pregunté entonces a un niño de mi familia qué era eso de “truco o trato” y el pobre no supo explicarme de qué iba la cosa, y no me extraña, no he visto cosa más críptica. Tú sabes inglés –creo– y conoces por tanto que eso no es más que la penosa traducción hecha por un asno de aquello mucho más expresivo en su idioma, “trick or treat”, que en realidad significa “broma o chuches”.

    En fin, hay que resignarse, ya falta poco para que aquí celebremos San Guivindey (hay en Puerto Rico quien a su hijo le puso Guivindey, no es broma).

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  2. No debemos temer a la adopción de tradiciones foráneas. Es sólo otro síntoma de la desintegración de nuestro sistema de valores. Y debemos renunciar a nuestros santos patrones, que son muy de otra época, como los romanos renegaron de sus dioses tan simpáticos para abrazar una aburrida religión monoteísta. O, mejor aún, aglutinemos las festividades antiguas y las adoptadas y vayamos de fiesta en fiesta celebrando el Octoberfest, Thanksgivin'day, el Año Nuevo Chino y lo que convenga. Al fin y al cabo, en mi casa no somos excluyentes y celebramos el mismo día y todo a la vez Halloween, la castanyada y Tots Sants. ¡Que no pare la música!

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