19 octubre 2013

¿A quién beneficia el pesimismo?

  Hay un dicho, o quizá una invención de mi cerebro que creyó escuchar alguna vez un dicho, que si escuchas a una persona hablar mal de Inglaterra es posible que sea francés, si habla mal de Francia será suizo y si habla mal de España será español. Lo cierto que la tendencia a quejarse del país y exagerar los males del propio país a quien se menciona en tercera persona es casi un deporte (con perdón) nacional.

  Dirán algunos que tal y como están las cosas, motivos no faltan. Pero también es cierto que los males que aquejan a España no son diferentes a los que tienen muchos países desarrollados, y que con todos los riesgos y peligros que asoman para el futuro, hay motivos para ser optimistas. Para los que no conozcan la idiosincrasia nacional debo aclarar que expresiones como "vergüenza", "somos el Tercer Mundo" o "estas cosas sólo pasan aquí", son moneda corriente en cualquier conversación entre españoles.

  Conviene de vez en cuando hacer un pequeño ejercicio. Pensar en problemas o situaciones vividas en otros países como si ocurrieran aquí, e imaginar nuestra reacción. Pongamos ejemplos de esta misma semana:

La oposición bloquea el presupuesto y el país está a veinticuatro horas de la bancarrota. Al final se llega a un acuerdo hasta diciembre, pero toda una semana servicios públicos han dejado de funcionar.
  Mientras eso pasaba, la policía española monta un dispositivo para expulsar a una niña que estaba de excursión con su colegio y llevaba escolarizada más de tres años. La policía detuvo el autobús, detuvo a la niña en presencia de sus compañeros y la expulsó a su país. No fue la última actuación de la policía. Mientras eso pasaba, tuvo que detener a la cúpula de un partido xenófobo de extrema derecha implicada en el asesinato de un periodista. Sucesos preocupantes o terribles y que sólo pasan en España. Jamás sucedería en Estados Unidos o Francia.

  El segundo ejercicio que conviene realizar es algo tan saludable y en ocasiones difícil como escuchar. Escuchar a los extranjeros que viven en nuestro país. Saben que España no es "Wonderland" ni todos los españoles tan encantadores como Antonio Banderas. Pero por la experiencia que tengo hablando con amigos estadounidenses, ecuatorianos, uruguayos, franceses, argelinos... es que su visión de España es bastante más optimista. No sólo eso, sino que como dicen ahora los modertontos en una horrible expresión que ha hecho fortuna, "ponen en valor" aspectos que los españoles ignoramos.

  Alguno dirá: esos amigos prefieren seguirte la corriente antes que discutir con un señor gordo y pesado (valga la redundancia). No creo, pero ¿quién sabe lo que hay dentro de un corazón humano o de una empanadilla industrial?

  ¿Es el pesimismo un "gen" hispánico? ¿Una herencia cultural desde la generación del 98 que hemos heredado incluso los que no han aprobado la ESO o han opositado a Técnico de Administración General? ¿Y si interesa crear un ambiente pesimista y derrotista? ¿Y si a algunos les interesa que pensemos, como en la novela de Vargas Llosa, que Perú se jodió en algún momento del pasado ignorado sin que ya sea posible la solución?

  ¿Conspiranoico? Quizá, ¿no explica también el pesimismo la elección de un líder tan gris como Mariano? ¿A quién beneficia fomentar la resignación, la aceptación del status quo como si fuera una peste bíblica? El pesimismo no es malo porque nos haga infelices sino porque conduce a la docilidad y la pasividad. Lo dice un impenitente pesimista.

  Por supuesto no hablo del optimismo tontorrón. De la doctrina de la "posibilidad", la sonrisa en la cara y ver en cada desahucio no un problema sino "una oportunidad" como dicen los coach en su jerga. Hablo del optimismo que predique que es posible un cambio. Es posible la redistribución de la riqueza. Es posible la eficiencia. Es posible lograr que aquellos que han expoliado y llenado ilegítimamente los bolsillos acaben pagando por sus delitos. Es posible el crecimiento.
 
Es posible la prosperidad, porque no estamos construyendo sobre un solar, ni sobre las cenizas de un incendio... aún.
 
El humor está aquí, en alguna parte
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6 comentarios:

  1. Señor Gordo de impenitente pesimista a impenitente pesimista...a pesar de tanta mierda, siempre habrá razones para ser FELIZ.
    Y a mi también me encantaría saber qué hay dentro de algún que otro corazón humano...y ya puestos poder leer alguna que otra mente.
    El post magnifico, como siempre.

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  2. Coincido completamente, de hecho llevo desde que tengo uso de razón luchando contra ese pesimismo y con frecuencia utilizo su último párrafo.

    Hay una cosa peor si cabe que tal vez sea consecuencia de ese pesimismo: El conformismo.

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  3. Lo siento, pero yo soy pesimista. Ya sé que en España nunca hemos tenido un Reagan, pero demos tiempo al tiempo...
    Por cierto, yo que usted corregía ese "deshaucio" que tanto le encantaría pronunciar a nuestro insigne (¿ve por lo que soy pesimista?) presidente.

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  4. Gracias a todos por vuestras opiniones y apreciaciones. Os invito a seguir participando en este blog para que lo hagmos entre todos, no sólo con El Gordo.

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  5. Desde luego lo que no interesa es que nos defendamos, eso fijo, y lo estan consiguiendo al 110%.

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  6. El pesimismo es tan indispensable para la vida como el optimismo, si no no habria equilibrio. Majaderos. Y a veces es inevitable y no se puede salir solo de el. Tan cierto como que somos seres sociales que necesitamos unos de otros. Una rueda.

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