27 septiembre 2013

¿Se pagó lo suficiente al autor del relaxing cup of Café con Leche?

  El sueño de todo escritor es crear una obra que conmueva a los lectores y les saque de su gris o brillante (según el caso) monotonía. El sueño de un escritor vago, incompetente o no inspirado es el mismo, pero que alguien se lo escriba mientras él se dedica a jugar al pádel o buscar el gintonic perfecto. Hace años que como lector voy rastreando negros y plagios en los escritores de best seller. Mi perspicacia o paranoia ha descubierto un buen puñado: el día que los saque a la luz alguno temblará. Atentos.

  Mientras sucede, me gustaría hablar algo del negro literario en general, como especie. Es un personaje en sí mismo de novela. Por cuatro duros escribe a tanto la palabra a mayor gloria de otro sujeto que luego será el que de las conferencias, sea entrevistado en las radios y trate de ligar a los y las fans en la feria del libro. Pero como el ying y el yang, el lado oscuro de la fuerza, el Real Madrid y el Atlético, todo tiene su reverso (tenebroso o no).

  El reverso brillante del negro literario es el hacedor de discursos para líderes. Igualmente ocultos entre bambalinas, son tipos a los que se les presume dotados de un verbo prodigioso y una astucia sobrenatural. La persona capaz de poner en boca del líder (o lideresa) la palabra adecuada para guiar al pueblo a través de las aguas abiertas del Mar Rojo (con perdón). El negro del líder no es un tipo de camisa raída encorvado sobre su pupitre, es un gurú de la comunicación, demiurgo furioso, y eso por supuesto se paga.

  El negro del líder, además, tiene vocación de reconocimiento. Mientras que el individuo que escribe a Lucía Etxebarría (se trata por supuesto de un ejemplo figurado) nunca jamás saldrá a la luz salvo retorcido en un saco de basura, el negro de Ana Botella (es un ejemplo real) puede salir a campo abierto y clamar a los cuatro vientos: ¡Yo lo escribí! ¿Algún problema?

  El negro ocasional de Botella, Pau Gasol y Felipe "el asturiano" es el señor Burns. Como ya se han hecho muchos chistes sobre la coincidencia de su apellido con el maligno director de la central nuclear de los Simpson, les doy por reídos y avanzo. La pregunta sobre cuánto costó el discurso que el señor Barns le preparó a Ana Botella para la reunión del COI es retórica. Ya se ha publicado lo que Terrence Burns cobró por el discurso de Botella, Gasol y el Príncipe, así como su entrenamiento para la alocución: 220.000 euros. Precio de mercado, han defendido desde el Ayuntamiento de Madrid.

  Yo digo en cambio que es barato. En el discurso de Pau Gasol, el señor Burns tuvo que hacer un ejercicio de imaginación novelesca al hablar de niños aún inexistentes y aplicar conocimientos de genética para señalar: "a veces me pregunto cómo serán mis hijos; tengo la sensación de que serán altos". (Pau, si son bajos desconfía). El discurso del Príncipe Felipe alcanza cotas de lirismo a la altura del recientemente desaparecido Seamus Heaney: "... soy deportista y me dirijo a ustedes como padre de dos niñas que quieren un futuro brillante". Ya habrá tiempo de que crezcan y se hagan góticas como las de Zapatero. Con el discurso de Ana Botella, Burns abandonó la senda paternofilial para profundizar en  un registro más mundano. Cierto es que fue criticado el  "relaxing cup of café con leche". Se sabe que el señor Burns pensó en citar el Museo del Prado, pero pensó que los miembros del COI no estaban interesados en los pastos. En cuanto a Velázquez y Goya, dos perfectos fracasados.

  El señor Burns además de ser eminente literato y MBA por la Universidad de Georgia, es un gurú del markéting, especialista en comunicación verbal y no verbal. "Todo empieza por la marca" es su lema. ¿No será que somos tan brutos que no apreciamos un buen trabajo intelectual? Dice Burns que en marketing es fundamental saber qué es lo que nos distingue de los otros. ¿Es el café con leche, con permiso del bocata de calamares, lo que distingue a Madrid de otras ciudades? Que venga Javier Reverte y nos saque de dudas.

Nota final:  Se desconoce si el señor Burns tiene hijos, si son altos, y si él es más de té que de café.



El Señor Gordo
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4 comentarios:

  1. Me ha encantado tu artículo, Tolosana. Cómo te ha costado entrar en calor —hago hincapié en el entremés que has prosado a lo gaditano Burgos— sobre el negro literario. Los negros literarios, los "habemos", como dice el respetable de Mediaset o Planeta, de todos los pelajes. Por ende, grey togada Soy negro literario y disfruto de mi trabajo. Al igual que me de mi remuneración. Es justa. Cobro como todo sicario que se precie en esta España Fatale y Noir de ajoaceite. Lo del "alio" se lo dejo a los filólogos del este peninsular. Al igual que mis buenos colegas de mantel y toga sin birrete, en sus grasientos despachos del barrio portuario de mi ciudad. No hay facturas, un dinero sale de una mano y va directa a la otra. Cómo dijo César ¿por qué, no van a venir los extranjeros? Siga con estos magníficas columnillas, que son muy gratificantes. Palabra de negro, con el culo irlandés y criado en la cultura del crimen. Saludos
    JCA

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  2. Magnifico post Señor Gordo.
    El problema del relaxing cup of café con leche en mi humilde opinión fue la sobre actuación de la señora Botella, lo mismo si hubiera sido algo más natural nos estaríamos cachondeando igual pero de otra manera.
    Aunque también creo que al señor Barns lo contrató el enemigo, porque si es un experto en la materia...!!!¿¿ cómo deja que hablé así Lady Bottle??!!!.
    Respecto a las dos picas (Pau y Felipe), parecían dos coleguitas de cañas contándose sus cosas.
    Este verano no ha habido canción del verano ( que yo sepa), pero si ha habido frases del verano...un palooooo y relaxing cup (of wine, beer, tea, coffe).
    Queda usted invitado a un bocata calamares, o lo que se tercie... puede traer también a su negro.

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  3. 220.000 ??? yo quiero una oportunidad, pequeñita :(

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  4. dios mio, acabo de ver este blog de casualidad y no paro de reír, por no llorar, qué razón tienes en todo lo que cuentas y cómo lo cuentas!

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