05 agosto 2013

Las formas españolas del mal

  ¿España negocia y logra el indulto de un pederastra encarcelado en Marruecos?

  En mi época de estudiante de derecho se comenzaba a estudiar el Código Penal en el segundo curso. El plan de estudios de la época tenía esa mezquindad (una más del mundo universitario) y antes de disfrutar de ese libro te flagelaban con el Derecho Romano y otras materias similares. Recuerdo al coger ese catálogo de maldades que es un código penal, sorprenderme con la cantidad y variedad de formas que puede adoptar la perversión: homicidio, receptación, cohecho, prevaricación... Ser un poco pánfilo tiene su parte tierna ¿no?
 
 
  Es cierto que algunos de los delitos que contiene no deberían estar y en cambio otras felonías jamás estarán (esperemos) en el mundo penal, como los prejuicios, la ingratitud o el egoísmo. Aún así, cuántas variedades, qué sofisticación, qué "diversidad". Mientras el "bien" tiene unos contornos precisos y se muestra con unas conductas pautadas —por eso se decía que los hombres y mujeres bondadosos eran "de una pieza"—, el mal es capaz de tomar formas inopinadas, tantas como la naturaleza humana es capaz de crear.
 
¿Qué voy de filósofo de garrafón? Vale, denme un párrafo más de gracia antes de pagar mi pena.
 
  Por eso creo que el mal es tan atrayente. Por supuesto en nuestra imaginación, en la literatura, en el cine. Hay una serie en un canal de pago que se llama Mentes Criminales. ¿Se imaginan una serie que se llamara Mentes Bondadosas? Por supuesto, otra cosa es el mal en la vida molecular y bacterial (lo que llaman real) y más aún ser víctima. Desde luego los españoles no somos más propensos al mal que otros pueblos (perdón estados), pero sí tenemos una inclinación a mezclar lo malvado con lo risible, el crimen con el chiste. Valle-Inclan lo llamó el "esperpento". Espejos cóncavos que en el Callejón del Gato nos devuelven la figura retorcida y amorfa. O si prefieren, para no ponernos estupendos, la versión Torrente. En muchos de los casos de corrupción y de criminales de guante blanco españoles se mezcla promiscuamente lo deleznable y lo risible.
 
Bárcenas con sus cuentas en Suiza, pero con su pelo y abrigo de mafioso de serie B — El Presidente con sus sms — Urdangarín con sus correos.
 
 
  El último capítulo es difícil de superar. El Rey de España, en sus horas más bajas de prestigio, decide viajar a Marruecos a ver a su ahijado el dictador Mohamed no se qué. Se lleva a todos los ministros de exteriores de la democracia que están vivos y operativos, además de otros ministros 2.0. vigentes. Montan una escenografía de lujo y ¿qué se logra? ¿Un acuerdo comercial? ¿Un acuerdo sobre Ceuta y Melilla? ¿La receta original de cous-cous? No. Indultar, entre otros a un pederasta español encarcelado en Marruecos. ¡Enhorabuena! El Servicio de Inteligencia español realizó la gestión. ¿Es que no teníamos ningún asesino en serie a mano? Aunque fuera catalán nos vale. Ahora dicen que el Rey de Marruecos se ha echado atrás (después de que los marroquíes protestaran y la prensa española descubriera el pastel). Los jacuzzis franceses ayudan a pensar. Pero ya nos advierten que buscarán "fórmulas" para el fulano, que por cierto está en paradero desconocido.

Posdata a la historia: Las autoridades españolas aseguran que pidieron el traslado de presos y no un indulto. ¡Como si los reyes feudales estuvieran para sutilezas jurídicas! Un Rey concede la gracia a los presos y luego sacrifica cuarenta cabras. Al parecer los españoles trataron de hacer la vista gorda. El fulano ha sido detenido en Murcia y ahora no se sabe muy bien qué hacer con él. Mientras, el único preso mencionado por el Rey de España, sigue en prisión. ¡Cráneos privilegiados!
 

 ¿Reimos o lloramos? Las dos cosas. Para qué escatimar.




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5 comentarios:

  1. FACT: nos han pasado la factura y nosotros como tontos a pagar.

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  2. jejeje Muy bueno el guión de la pelí.

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  3. ya lo han pillado! http://www.elmundo.es/elmundo/2013/08/05/espana/1375717486.html

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  4. Ya ves, Manolo. Se ve que el "lumbreras" pensó que teniamos pocos.

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  5. francisco ramirez7 de agosto de 2013, 0:06

    Y a otros 39, q los árboles no os impida ver el bosque

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