Cuatro modos de retratar a un postfranquista

  A mi cuerpo este verano le ha dado por un extraño sarpullido que sale a la hora de las brujas y desaparece con en el desayuno. He consultado Doctor Google y la dolencia podría ser un centenar de cosas, desde una reacción benigna al calor hasta leucemia. No está mal. A otros en cambio les ha dado por ser postfranquistas, postfascistas o directamente fantoches juguetones.

  Este tipo de reacción alérgica/política ha afectado especialmente a concejales del PP en municipios valencianos medios tirando a pequeños, localidades que aman la "disco móvil". Esos entrañables lugares en donde se sabe que "el Aarón", el pequeño de  "la Carmen la del cojo" ha dejado embarazada a "la Jessica", la mediana de "la Dolores, la parrancana". 

    Igual que mi sarpullido tiene varias manifestaciones, la foto postfranquista tiene sus modalidades. A la primera de ellas la podríamos denominar "Me huelen los sobacos o ardería de testosterona si no tuviera ya más de treinta tacos cumplidos". Es el género que cultiva Jorge Roca, secretario de Deportes de la Ejecutiva local del PP (el que monta los partidillos vaya). La foto en cuestión se hizo en uno de ellos tras un torneo de fútbol entre peñas ultras del Valencia CF. Querían celebrar unas veladas poéticas pero la Delegación del Gobierno se lo impidió. A la gente le escandaliza la bandera de España emborronada por garabatos ultras, pero no la bandera de la Comunidad Valenciana decorada con un Snoopy. Apuesto doble contra sencillo que a Jorge solo le dejan jugar los "minutos de la basura" cuando el partido ya está decidido. ¡Ánimo Jorge! Yo también sé lo que es eso.   

 

  La segunda opción sería la  de "Quiero ser marcial". Es la protagonizada por el presidente de Nuevas Generaciones (aunque él tiene pinta de ser de la bastante vieja generación) Daniel Terrades. En la foto aparece serio, intentando —sin conseguirlo— un gesto de "impasible el ademán". Para algunos este elemento les parecerá el más peligroso, pero yo simpatizo con los culturetas aunque sean un poquito fascistas. Este tipo tiene pinta al menos de haber leído y subrayado los libros de Pío Moa. Seguro que sabe recitar de memoria los sucesos de Paracuellos. Esta foto, en cierto modo, me enternece. Al contrario que la anterior instantánea de bisontes almizcleros, este chico está solo. Más solo que la una. Sospecho que la foto se la hizo el cura párroco.

 

  Opción tres. "Franquista y divina de la muerte". Es la elegida por esta joven concejal del PP en Canals (Valencia) llamada Carmen Melissa Ferrer. Este retrato es un cruce entre una clásica foto de facebook "soy una chica atractiva y normal" y la tradicional foto de mesa camilla de mi tía abuela el día que visitamos el Valle de los Caídos. La imagen es en cierto modo tan ambigua como su propio nombre: Carmen-Melissa. La primera anclada en la más pura tradición de la familia del Caudillo, la segunda holla las sendas chonis de la España del Siglo XXI, en compañía de las "Vanes" y las "Jesis".

 

  Cuarta opción. "Todo el alcohol por la patria". Es el modelo elegido por Xesco Sáez. Dice el popular dicho latino "in vino veritas". O sea, los borrachos libres de sus ataduras sociales, dicen la verdad. Se muestran como son. Arriba los brazos y las copas. Cuando bebo me da por cantar canciones de misa y "God save the Queen". ¿Eso me convierte en un inglés católico? Xesco aparece tan ebrio en la imagen que lo que pretendía ser un saludo brazo en alto se convierte en ademán desesperado del borrachín que quiere parar al último taxi.

 

  La gente del PP mayor, o sea, los que les han colocado, vete a saber por qué relación de parentesco, interés o compasión en sus puestos públicos, ha optado por no sancionarles. Dicen que son chiquilladas. Dicen que mostrar una bandera franquista o un brazo en alto es igual exhibir una bandera republicana (de un régimen extinto pero democrático). Lo que en realidad les sorprende es que sus vástagos hagan el fascista tan mal. Ganas dan de mandarlos de nuevo al colegio concertado.

  Yo veo bien que no les sancionen y comprendo que entiendan estéril el propósito de educarlos. Si les intentan corregir y los mandan, pongamos por caso a Cuba, se acaban cargando a la oposición democrática y apuntalan la dictadura de los Castro un lustro más. Ni Mortadelo lo hubiera superado. Por eso, mejor ahí, quietos, en sus pueblos. Para que nos podamos seguir riendo.

 

El Señor Gordo

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