Luis "El cabrón" y otros chistes del (buen) montón

  Es cierto que los españoles, junto con los ciudadanos de otros países  mediterráneos hermanos, somos víctimas de una estafa brutal (a la que llaman crisis). Pero por otro lado,  no es menos cierto que España está viviendo una edad de oro del humor. No me refiero tanto a la cosecha de los humoristas profesionales, o a las bobadas creadas por esos retrasados llamados guionistas o productores de televisión, que consideran divertido disfrazar a Falete con un bañador de señora del siglo XIX y tirarlo a una piscina. Otra cosa sería, desde luego, si los famosos participantes en el show del trampolín fueran Montoro, Mario Draghi o Jorge Fernández Díaz (el guardián de la especie). Igual en algún salto se encontraban que les habían quitado el agua...

  El humor del que hablo es ácido, irónico, cándido, fresco, a veces brutal, callejero, amateur, a veces tierno y a menudo genial. Los autores son, vete a saber quiénes. Antes se decía que los chistes venían de las cárceles o los inventaba la CIA. Ahora, con tanta gente en paro, no es extraño que vuelquen su talento, ocupen su tiempo y se sacudan un poco la mala leche y la frustración a cuenta de los poderosos, haciendo todo tipo de chistes e historietas satíricas. No se deja títere con cabeza: el Papa, Rajoy, El Rey, Merkel, Zapatero o la estrella, Iñaki Urdangarín. Por supuesto, también sigue habiendo profesionales que están sabiendo recoger todo este talento, como "El Mundo Today", "Todo por la radio" o el inquebrantable "El Jueves", por sólo citar tres.

 

  Material no falta. Ya lo escribió el pasado domingo Javier Marías en uno de sus habituales y geniales artículos en El País Semanal (lo raro es que no lo hayan echado). Si es verdad que nuestros gobernantes son en el mejor de los casos mediocres, no es menos cierto que son graciosos, a veces cómicos hasta el patetismo. No me negarán que la frase de Mariano Rajoy afirmando que "todo es falso, menos algunas cosas, que son las que se han publicado" podría estar firmada por el mismísimo Groucho Marx. 

  Los chistes llegan por whatsapp, correo electrónico, sms... Son vídeos, power points, pequeñas historietas, cómics, fotos trucadas, archivos sonoros... En los noventa los modernillos los llamábamos "happenings" y los hacían compañías como "La Cubana". Gracias a las nuevas tecnologías, todo el día es un "happening", un festival del humor.  Estoy seguro que dentro de veinte años montarán seminarios, conferencias y exposiciones sobre el asunto. Se harán sesudos estudios universitarios, tesis doctrinales, monografías. No me extrañaría que uno de los hijos de Iñaki Urdangarín trabaje como comisario de una de esas exposiciones; y eso sí tendrá gracia.

 

 

 

  A veces son los propios delincuentes los que los hacen los chistes. No podemos decir que los implicados en las tramas de corrupción bautizadas  Gürtel y Brugal (sentido del humor policial) no han dejado bien alto el pabellón de la habilidad hispana para los apodos: como muestra valgan: "El albondiguilla", "el Curilla", "El galletas" o mi favorito, Luis "El cabrón". 

 

  No seré yo el que diga que hay que dejar de reir. Demuestra ingenio y que la gente está tocada, pero aún vivita y con ganas de seguir coleando. El sentido del humor nos hace la vida más feliz y combate los radicales libres, además de ser un poderoso instrumento político de desenmascaramiento del adversario y sus triquiñuelas. Pero, todo se acaba. Incluso algún día no harán más capítulos de "Amar en tiempos revueltos". ¿Y entonces qué?

Acompaño tres clásicos

Crisis Española guión cinematográfico Pulp Fiction Dani Lagi, Políticos Corruptos

Orgullo gay de Mariano Rajoy

El Fari, "siempre he detestado al hombre blandengue"



El Señor Gordo
El humor está aquí, en algún sitio
Estamos en Facebook y Twitter