01 febrero 2013

Falsos Viajes. Año 2025. Visita a Font Calent (la cárcel de los políticos)

  Después de muchos meses de labor, la agencia de noticias para la que trabajo ha conseguido un pase para el Centro Penitenciario Font Calent en Alicante (Spain), para visitar  la llamada "cárcel de los políticos". Como ha fallado el periodista estrella (por enfermedad), el periodista competente (por baja maternal) y el otro periodista a secas (por absentismo), me mandan a mi.

  El populacho no se calentó mucho a la hora de bautizar la cárcel, pero en su defensa hay que decir que hace honor a la verdad. En el módulo III de esta prisión de máximo bienestar están internados muchos de los políticos condenados por corrupción en la crisis de 2013-2015. Una extraña etapa en la que los asaltadores de casas eran más decentes que los estadistas, y en la que lo más bailado era algo llamado "gangstyle". En Font Calent III cumplen condena decenas de los políticos y empresarios más tristemente conocidos de la época. Nombres que los más jóvenes no recuerdan o confunden con saltadores desde la estratosfera, como Luis Bárcenas, María Dolores de Cospedal, Artur Mas, Jaume Matas y  un  viejo sujeto, antes célebre, apodado "Ramoncín", que se empeña en dar conciertos en el patio del presidio pese a la indignación del resto de los presos. Pero sin duda la interna más afamada es de sangre azul,  La Princesa Noós  (en su día conocida como La Bien Pagá).

  De camino al penal trato de documentarme un poco sobre la época mientras mi destartalado robot conduce el vehículo y estudio varios ejemplares de una antigua publicación llamada "Hola". Me veo obligado a desplazarme en este viejo automóvil porque el acelerador de partículas de transporte no está operativo debido a la política de fuertes recortes implementada por la presidenta de la III República, Leire Pajín.

  La prisión, otrora modelo de penitenciaria, tiene un aire destartalado y lúgubre. La torre de vigía diseñada por Santiago Calatrava hace años que se cayó y ha sido sustituida por un andamio provisional, que con el tiempo ha devenido en permanente. Lo primero que llama la atención al llegar a la cárcel es el fuerte olor a cloro. Kevin-Aaron López, el educador del Centro, que será mi guía en la visita, me lo explica:

—Tras el Decreto de reeducación a través del agua, impuesto por la Primera Ministra Gemma Mengual, se construyeron piscinas olímpicas en todas las cárceles. Muchos internos no sabían nadar, pero no quedaba otro remedio que usarla para los talleres educativos. El resultado es que todos quieren echar el cloro a la piscina y nadie se puede bañar sin riesgo de salir blanco. Esta prisión fue especialmente concebida para albergar a los condenados del "macroproceso" por corrupción que condenó en el año 2015 a más de mil políticos, empresarios, banqueros y cocineros de la época. Por eso Font Calent tiene la piscina más grande (cuenta con servicio de Ferry entre orillas) gimnasio, boutique, economato delicatessen. La presidenta del gobierno de la época, Martina Klein, creía en la reeducación a través del Cola Cao y muchos fueron los que trataron de suicidarse ingeriéndolo a pelo—.

Le pregunto cual es el comportamiento de los insignes moradores de la prisión. Kevin-Aaron me confirma que en general es bueno.

María Dolores de Cospedal insistía en hacer sesiones sado en el vis a vis, pero una dosis de protones fue suficiente y lleva años escribiendo un libro sobre la vida de Pedro Almodóvar (un cineasta famoso de la época). Bárcenas llevaba el Economato delicatessen hasta que observamos una desaparición inexplicable de las latas de anchoas. El peor es Ramoncín, pero con él hemos recuperado el gusto por un método de solera del siglo pasado, el electroshock—.

—¿Algún otro recuso conflictivo?—.

—Precisamente la que usted va a visitar: La Princesa Noós. Está en el módulo de internas. Hemos tratado todo tipo de terapias cognitivas y conductuales con ella, pero siempre se ha fracasado. Su actitud es hostil y poco colaboradora. Incluso le pusimos como compañera de celda para achantarla, una reclusa llamada Esperanza Aguirre, pero todo fue inútil. Usted el primer periodista con el que se entrevista en veinte años. Es muy peligrosa. A una tipa llamada Clarice decía que le comería los intestinos cocinados en chantilly estilo Chicote...—

  Me recibe en su celda. Esta sentada, muy tiesa y con las piernas cruzadas. Lleva un vestido rosa y el pelo cano recogido en trenzas, tal y como uno se imagina a los cuatro años la apariencia de las viejas locas.

—Nos estamos hartos— me dice. —Nos hemos decidido contarlo todo. Lo de papá, lo de mamá, lo de la sota de bastos (que se ha ido de rositas con su corista). ¡Todo, todo, todo! ¿Me oye? No puedo más—.
—Lo comprendo— trato de calmarla con una gran sonrisa y una voz de clavel varonil que endulza mi piel amasada en aceituna y jazmín—.
—Pero dígame primero, ¿cómo se llama vuesa merced? No era por ventura el caballero que esperaba.
—Iñaki— le digo.
—Tu puta madre—.





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