Una reciente sentencia del Tribunal Constitucional español (TC) ha declarado prohibido (constitucionalmente) el uso de la cámara oculta en las investigaciones periodísticas. El asunto enjuiciado era la emisión de un programa televisivo de “investigación” en el que se emitieron imágenes tomadas por una cámara oculta la consulta privada de una esteticista/naturista. Si se tiene la paciencia de leerla entera, se comprueba que resuelve el caso con justicia. Sin embargo también sienta un criterio discutible para el futuro. El TC niega la legitimidad del empleo de este medio (la cámara oculta) "en todo caso" "tuviese o no relevancia pública lo investigado por el periodista". Subrayo: “tuviese o no relevancia pública lo investigado”.
Semejante decisión se explica sólo en el contexto periodístico y cultural de España. En la mente de los magistrados del TC descansa la idea que en este país se entiende por "periodismo de investigación" y por tanto el uso que se le puede dar a la cámara oculta y del que era buena prueba el caso enjuiciado. Es decir, en el mejor de los casos se trata entrar en la consulta de un curandero más o menos pícaro. En ese contexto no es raro que se prohíba, pues, el cotilleo no merece mayor protección que la intimidad personal.
Pocas semanas después de que se publicara esta sentencia, la BBC emitía un sensacional reportaje, realizado con cámara oculta, en la que se mostraba como el régimen sirio torturaba a los heridos rebeldes en sus hospitales. Es un ejemplo reciente, pero si los magistrados hubieran tenido un poco de cultura cinematográfica (el fiscal Torres-Dulce podría echar una mano en ésto) conocerían la película sobre el holocausto “Shoah”, de Claude Lanzman, que tiene partes extraordinarias grabadas gracias a una cámara oculta. ¿Se imaginan al Tribunal Constitucional español dando amparo a los torturadores sirios o a criminales de guerra nazi? Por supuesto que no. Pero quizá tampoco se imaginan a los periodistas españoles utilizando la cámara oculta para otra cosa que no sea el descubrimiento de un noviazgo o las pequeños chanchullos de un charlatán.
Semejante decisión se explica sólo en el contexto periodístico y cultural de España. En la mente de los magistrados del TC descansa la idea que en este país se entiende por "periodismo de investigación" y por tanto el uso que se le puede dar a la cámara oculta y del que era buena prueba el caso enjuiciado. Es decir, en el mejor de los casos se trata entrar en la consulta de un curandero más o menos pícaro. En ese contexto no es raro que se prohíba, pues, el cotilleo no merece mayor protección que la intimidad personal.
Pocas semanas después de que se publicara esta sentencia, la BBC emitía un sensacional reportaje, realizado con cámara oculta, en la que se mostraba como el régimen sirio torturaba a los heridos rebeldes en sus hospitales. Es un ejemplo reciente, pero si los magistrados hubieran tenido un poco de cultura cinematográfica (el fiscal Torres-Dulce podría echar una mano en ésto) conocerían la película sobre el holocausto “Shoah”, de Claude Lanzman, que tiene partes extraordinarias grabadas gracias a una cámara oculta. ¿Se imaginan al Tribunal Constitucional español dando amparo a los torturadores sirios o a criminales de guerra nazi? Por supuesto que no. Pero quizá tampoco se imaginan a los periodistas españoles utilizando la cámara oculta para otra cosa que no sea el descubrimiento de un noviazgo o las pequeños chanchullos de un charlatán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario!