10 marzo 2018

Benditos detractores


  Algunas noches sueño con que el obispo Munilla condena mi blog y afirma que llevo el demonio dentro, que incluso soy un esclavo de las feministas por las mañanas y de Lucifer tardes y sábados por la mañana. Por supuesto sueño despierto. He llegado a fantasear con la idea de llamarle (no creo que me pasen directamente con él), mandarle un correo electrónico (seguro que tiene un secretario que le filtra los mensajes, o incluso con esperarlo a la puerta del obispado a pecho descubierto, como si fuera una femen, con el torso pintado de la frase: "Monseñor, le necesito". ¡Bendígame! Es decir, ¡Condéneme!

Image result for demonio pintura
  Es difícil valorar cuánto le deben las promotoras de la huelga del pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que no día español contra la cultura "Spanish macho" por mucho que se empeñen los e periodistas de The Guardian o The Independent, a los detractores de la protesta. Pero con seguridad es mucho. A la ministra de no se qué lanzada por sus jefes a los caballos de la huelga a la japonesa, o a Cifuentes la presidenta de la Comunidad de Madrid, no la bióloga. Y por supuesto, como estrella invitada, a monseñor Munilla. La publicidad, el prestigio y la legitimación que estas personas han hecho de la protesta feminista ha sido impagable. Han hecho lo que decía el agente de la CIA interpretado por el genial Leo G. Carroll tras el falso asesinato de Eve Marie Saint a manos de Cary Grant, "colaborar espontáneamente en nuestro favor de nuestra causa". Va a ser verdad que Dios escribe recto con renglones torcidos.

  Es cierto que a veces resulta monstruoso descubrir que la mayor parte de la gente que te rodea no ha leído jamás un libro, vota al Partido Popular o considera que Alejandro Sanz es un buen músico. Pero los antagonistas dan sentido a nuestras creencias y apuntalan nuestra identidad. ¿Pero no sería igualmente insoportable para mí que en todos los supermercados sonara la música de Cat Stevens y en la televisión solo se pudieran ver películas de Alfred Hitchcock? ¿En qué quedaría mi identidad? Necesitamos a los intolerantes a los que están todo el día escandalizando. Sin ellos estamos perdidos. Es más, necesitamos ser escandalizados.

  Pero dejándonos de disquisiciones para las sobremesas pasadas por orujo. Me parece una evidencia que en este mundo de las redes sociales donde el más visible (¡ay la visibilidad!) es el que más grita, alguien te tiene que gritar a ti. En este punto debo confesar, como lo hice otras veces, que me he llegado a plantear como método bajuno de incrementar las magras visitas a este blog el replicarme a mí mismo. Nada excesivamente violento. Algo relativamente convencional. Por ejemplo: Señor Gordo, es usted un cretino y no sabe poner bien las putas comas. A veces he llegado a creer que un catedrático que me tiene por izquierdista desnortado me da réplica en sus artículos. Sería maravilloso.

  Leo una vez más las declaraciones del obispo Munilla. Me había pasado desapercibida la metáfora futbolera que utiliza. Dice que algo así el demonio ha hecho que meterse un gol en su propia meta a las feministas. ¿Mala baba sabiendo que fútbol y feminismo han sido siempre secretamente hostiles? De repente me ha venido a la memoria Predraj Spacić, autor de un más glorioso gol en propia puerta en el Santiago Bernabéu y he comprendido que no fue él sino el diablo quien se tiró en plancha para marchar un gol por la escuadra.

Ya lo tengo claro: Munilla es feminista y antimadridista.

2 comentarios:

  1. Quiero, señor Gordo, apoyarle con toda mi alma. Por eso, aún sin ser catedrático, ni de lejos, le diré que hoy parece que haya pasado su texto por un traductor de gugel... ¿No es así?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario. El texto es original. El traductor de google es aún un poco más impreciso que yo.

      Eliminar

¡Gracias por tu comentario!