30 julio 2017

Zona Miriam Blasco

  Escribió el poeta Gabriel Aresti: "no quiera Dios que pongan mi nombre a una calle de Bilbao. No quiero que un barbero borracho pueda decir, yo vivo en Aresti con la cuñada vieja de mi hermano, ya sabes, la coja". Miriam Blasco no es solo una larga avenida en la zona de la Playa de San Juan en Alicante. Es también una "zona", tal y como la denominan las inmobiliarias donde a la clase media alta de la ciudad le gusta vivir. Urbanizaciones ajardinadas, piscinas, pistas de tenis o de pádel y la playa lo suficientemente cerca como para ir andando. Está bien comunicada, es limpia y dispone cerca de buenos colegios y centros deportivos.

  Miriam Blasco es también una parada del tranvía. La siguiente, dirección playa, es Sergio Cardell, que fue su entrenador fallecido en acciente poco antes de que ella conquistara la medalla de oro los Juegos Olímpicos de Barcelona. Miriam le dedicó su medalla y todavía pone los pelos de punta verla en el podio con el brazo en alto sosteniendo un ramo de flores e intentando contener las lágrimas. 

  El tiempo pasa. Hace unos meses escuché a unos pasajeros del tranvía, cuando éste hacía su alto en la parada Sergio Cardell, que era cierto lo que se decía, que era cierto el tango, que Cardell cada vez cantaba mejor. Ningún otro viajero quiso sacarles de su error. Después de haber ganado el oro y de una exitosa carrera como judoca a Blasco le propusieron ir en las listas del Partido Popular en el senado y ella dijo que sí. A los populares les encanta fichar deportistas (mucho más de fiar que los artistas, actrices y actores o si no que se lo digan a Rosa Díez). Habitualmente se dice que el deporte aporta a sus practicantes, además de las destrezas físicas que pagan con su cuerpo, disciplina, capacidad de sacrificio y espíritu de equipo. La disciplina es muy importante en cualquier organización jerárquica y seguirla es esencial si se quiere prosperar en ella, con tal de que se sepa identificar quién es el que manda y quién el que mandará en un futuro. En una entrevista con los lectores del diario Información declaró que el deporte era una alternativa al botellón, las drogas y el pasotismo.

  Blasco fue elegida senadora por primera vez en el año 2000, pomposo nombre que en España se da a los parlamentarios que participan en una Cámara, que aunque se llame Alta, no se sabe muy bien para qué sirve, aunque sí a quien. El periodista Jaime Esquembre lo contaba así en El País. 

  "Miriam Blasco Soto (Valladolid, 1963), lleva más de 25 años noqueando a todo tipo de adversarias y se prepara para luchar en un escenario muy distinto al tatami, sobre el que no tiene rival. Entra en política de la mano del PP por "ideología familiar" y convicción personal ("Porque es verdad que vamos a más"), y de la mano de Eduardo Zaplana, que la convenció para afiliarse y lanzarse al ruedo electoral."

  Por lo visto la estrategia es fundamental en judo. Lejos de la descripción un punto melodramática del periodista, Blasco supo bien qué hacer en el "tatami" del Senado. Dicho de otro modo entendió la naturaleza de la Institución y de su propia situación. Fue elegida tres veces como senadora en las listas del Partido Popular (2000, 2004 y 2008). En España los parlamentarios cobran la pensión máxima si han estado un mínimo de siete años como senadores o diputados, de modo que parece un periodo razonable. Durante ese tiempo la actividad parlamentaria de Blasco no fue precisamente frenética. Escasas intervenciones en el pleno y proposiciones que presentaba conjuntas con otros senadores remolones de su mismo partido. 

  Esta semana Blasco ha declarado en una entrevista con María Escario que se casó el año pasado con su rival en la final de Barcelona 92. Sin duda se trata de una historia preciosa que como todas tiene su reverso tenebroso. Blasco votó en contra del matrimonio homosexual en el año 2005. Dice que por disciplina, cosas de Zapatero (el mismo que según el PP de la época vendía a España a los terroristas traicionando a las víctimas) que con el tiempo han venido bien. 

  No puede negarse de que se trata de una persona práctica. Dicho de modo más crudo, no creo que fuera extraño que algunos pensaran que se trata una persona paniaguada y obediente, con pocas o ninguna convicciones políticas que se arrimó en el momento adecuado al sol que más calienta. Sin embargo antes de encender la hoguera pensemos en los sacrificios que hay que hacer (además de  mucho talento) para que un deportista de élite llegue a los éxitos de Blasco. De pequeño tenía un héroe deportivo poco habitual: Domingo Ramón Menargues. Llegó a ser cuarto en los juegos olímpicos de Moscú en la prueba de 3000 metros obstáculos. Entrenaba con nosotros y para mí su zancada que no cesaba pasadas las horas y las vueltas al estadio era un prodigio sobrehumano. Un día su entrenador, Joaquín Villar, se indignó. El trabajo que le ofrecían era de vigilante nocturno. Me impresionó tanto que aún lo recuerdo. Un atleta prodigioso en una garita cobrando cuatro duros. Era una época anterior al programa ADO, un periodo en que las pistas de tartán eran paraísos escasos. Hoy no serían deportistas sino doctorados los que ponen cafés o buscan una plaza de técnico para la que hubiera sido necesaria la FP.

  Blasco presidió la "Comisión especial sobre la situación de los deportistas al finalizar su carrera deportiva". Hay que reconocer que muchos de los que ahora dan su nombre a grandes avenidas, parques o universidades, en vida no tenían donde caerse muertos. Y ahora, ¿de qué les vale?




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