17 febrero 2014

¿Miento, luego existo?

  Roberto Saviano, el autor del célebre y escalofriante libro Gomorra, en la que traza una descarnada y documentada radiografía de la mafia, la camorra y la ndrangheta, declaraba en una entrevista publicada la semana pasada en El País, que se había arruinado la vida. El éxito de Gomorra había sido su perdición. Como es sabido, desde la publicación de este trabajo, Saviano está amenazado de muerte y debe vivir bajo permanente protección.

  Saviano afirma en la entrevista concedida al periodista Pablo Ordaz: "Digámoslo todo: yo no creo que sea noble haber destruido mi propia vida y la vida de las personas a mi alrededor por buscar la verdad. Desde lejos puede parecer noble: ah, qué cosa más bella. Pero yo, que lo he hecho, no siento que sea noble. Es más, me digo: tal vez podría haber hecho lo mismo, con el mismo compromiso, con el mismo coraje, pero con prudencia, sin destruirlo todo. Pero he sido impetuoso, ambicioso, y me he arruinado la vida".

  A Saviano le sobran agallas y lucidez. No solo es capaz de convertirse en un héroe sino además reconocer que hacerlo ha sido una estupidez. Cuestionar a la mafia requiere unas enormes dosis de coraje, pero no lo es menos hacerlo a la hipocresía. La verdad ante todo, como está en el frontispicio que levantamos delante de todas las relaciones. Pero quizá no sea un lema tallado en piedra, sino más bien un eslogan que aparece en una pantalla LED. Cuando el interesado ha traspasado el dintel de nuestra puerta, la pantalla LED cambia el mensaje y donde ponía "la verdad por encima de todas las cosas", se puede leer, "mi interés y el de los míos por encima de todas las cosas", o quizá simplemente "enjoy Coca-Cola".

  Saviano dice: "Si tú antepones un objetivo, la verdad, la denuncia, a cualquier otra cosa de tu vida, te conviertes en un monstruo. Un monstruo. Porque todas tus relaciones humanas y profesionales están enfocadas a obtener la verdad. Tal vez el fin sea noble, una cosa generosa, pero tu vida no se convierte en generosa.Las relaciones se convierten en terribles".

  ¿Es la búsqueda de la verdad algo que puede se monstruoso? Parece una contradicción en su términos. ¿No había dicho el barbudo de la Cruz que la verdad nos haría libres? Démosle un enfoque diferente y vayámonos a su opuesto. La mentira. Decían las abuelas que las mentiras tienen las patas muy cortas; pero a veces no necesitan correr, tienen suficiente dinero como para pagarse un taxi e incluso un coche con chófer. Algunas profesiones hacen de las medias verdades su modo de vida. Los políticos, los abogados, los profesores de Reiki, los publicistas, los periodistas, los médicos deportivos, los payasos que afirman disfrutar con las fiestas infantiles y tantos otros.

  Personalmente considero mi negligencia para mentir en condiciones una discapacidad. Siempre he tenido la sensación que la habilidad se adquiere en la familia y en concreto durante la niñez. Yo, que crecí en el seno de una familia liberal, no tuve necesidad nunca de mentir, ni siquiera cuando tomaba copas de más, lo que me decantó para ser ineficiente en la mentira y más bien abstemio.

  Quizá por eso los españoles son permisivos con las versiones alternativas de la verdad. En un estudio publicado por El Mundo se señalaba que el 60% de los hombres perdonarían una infidelidad de sus parejas así como el 54% de las mujeres. El 21% reconocía haber engañado a sus mujeres y así también lo reconocían el 14% de ellas. Teniendo en cuenta que quien es capaz de engañar a su pareja no tendrá menos escrúpulos de hacerlo con el encuestador, podemos subir las cifras... pongamos al 50%.

  Y aún me sorprende la tolerancia de nuestro latino país con la mentira de los políticos. Como en todo el orbe, a los políticos españoles se les aborrece, pero la manga ancha que se tiene con sus bolas y patrañas tiene aún el tamaño de las tragaderas de Pantagruel. Recientemente el Director de la Guardia Civil, don Arsenio Fernández de Mesa, afirmaba que no se habían disparado pelotas de goma contra los inmigrantes que intentaban pasar ilegalmente a España en Ceuta. Menos de cuarenta y ocho horas después se demostraba que mintió, desmentido por el propio ministro. Dirán que un asunto donde a fin de cuentas "solo" han muerto catorce personas (más bien diríamos que han sido asesinadas) no tiene la suficiente importancia. Luego leemos que un ministro alemán tiene que dimitir por copiar su tesis y no sabemos si aplaudir de admiración o llorar de risa.

  Me pregunto si ese listón tan bajo corresponderá a nuestro propio comportamiento. Ya saben, el melenudo de la cruz también dijo aquello de que quién esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Es que todos hemos yacido con María Magdalena? Miento luego, existo. No creo. No tanto al menos como esos tipos. Puede que ser un mártir de la libertad no salga a cuenta, pero quizá si podríamos dejar de ser la Grey de la Cofradía Sueca del No Veo ni Oigo.

 
El humor está aquí, en alguna parte
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