Hola. Me llamo Íñigo Montoya...

...Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir. Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir. Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir...

 

 

  Los que ya saben de qué película hablo, entienden que lo debo repetir al menos tres veces. El hombre de los seis dedos en la mano derecha está aterrorizado. No nos da pena, es un villano.  Porque al fin y al cabo, si hay rocas delante, será horripilante.

   Puede que "La Princesa Prometida", como se tituló en España (Princess Bride, 1987) dirigida por Rob Reiner, no figure en la historia del cine junto con El Padrino, Casablanca, Ciudadano Kane o El Acorazado Potemkin. Seguramente no se hacen sesudos seminarios sobre ella ni es de las películas que cualquier cinéfilo que se precie mencionaría en un taller de guión (si bien la traducción al castellano del mismo es excelente). Pero si yo ahora digo "Como desees", toda una generación de espectadores se sonríe y sobrecoge y eso la lleva directamente al apartado de "películas de culto".

  Y ahora me podía hacer el sesudo, o al menos imitar a lo sesudos, sobre el bonito juego que plantea la película. Si uno repasa su casting ve a solventes profesionales, pero a ninguna estrella. Indagando más  se descubre que casi todos han compaginado su labora actoral con la música y la escritura. La película nos invita a zambullirnos en la inocencia de los niños (más tiernos aún cuando están malitos). El cariño de las abuelos y abuelas. El encanto tontorrón de los cuentos de hadas. La amistad entre las personas que son diferentes. Y por supuesto la grandeza del amor y la mezquindad del poder.  ¿No me creen? Pasen y vean o váyanse a ver Pretty Woman.
 

• Vizzini. "Por eso no beberé de la copa que tenéis ante vos". Cuidado con los listillos. Todo cuento tiene su moraleja. Ser astuto es una buena cualidad, pero pasarse de listo conduce a la ruina, aunque uno sea siciliano, por lo que habéis adivinado que no beberé de la copa que tengo ante mi.

• Humperdinck. "Si no viniera, considerarme una alternativa al suicido". Un villano cobarde que sin embargo, sabe dimitir y que no necesita un arsenal de tiros ni mil kilos de casquería para hacerse odioso.

• La brigada Brutal. "Soy de la Brigada Brutal". "Sois la brigada Brutal". Y tanto que sí. André el gigante encarnaba a Fezzik, que trabajaba dando mamporros, pero adoraba los versos. Tampoco mi aliento huele a flores, pero no tengo dolores.

• El milagroso Max. "No es lo mismo casi muerto que muerto en su totalidad". ¿Quién no ha estado alguna vez muerto "en su mayoría"? En tal caso, hay solución, aunque se necesite un milagro.  Un milagrero puede salir de su retiro por unas monedas, si el malo va a sufrir "humillaciones a mansalva".

• El temible Pirata Roberts. No hace prisioneros. Pero sabemos que es un farsante, o si se quiere una franquicia. ¿Quién se iba rendir ante el pirata Westley? Pero, ya hemos cumplido años y descubierto que no todos los Piratas Roberts son iguales. Ojalá lo siguiera siendo Íñigo.

• Las R.A.G. Los Roedores de Aspecto Gigantesco. Uno de los tres peligros del Pantano de fuego. ¿Quién no se las ha encontrado alguna vez, correteando por las calles, llenando las pantallas o dando una conferencia? Y eso que decían que no existían.

• Buttercup y Westley. Amor verdadero. "Mi Westley vendrá a salvarme". Pero antes le había salvado ella a él. Cuento de Hadas pero con paridad. Se dieron el mejor beso que se ha dado desde la invención del beso. Pero el Milgraso Max sabe que "amor verdadero" puede ser confundido con "farolero", ¿O no?

• Un abuelo y su nieto. ¿Nadie siente el deseo de que le arropen y le cuenten un cuento cuando se encuentra pachucho? "Pero, por favor abuelo. No me hables de besos" — Algún día eso no te importará, pero "como desees".

El Señor Gordo

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