14 mayo 2013

El Cine La Esperanza

  ¿Y ese título? Tranquilos gordófilos, calma gordófobos. No me he convertido en (mal) poeta, ni en Pedro Ruiz. No es una metáfora ni una alegoría, ni una concesión al lirismo marca blanca. No es la última canción de Manu Chao. El cine "La Esperanza" es, eso, un cine. Está en San Vicente del Raspeig, una localidad muy próxima a Alicante.

  San Vicente (Sanvi para los allegados) tiene varias cosas singulares. Una universidad que tiene el nombre  de otra población (Alicante) y muchos carriles bicis. Estaciones de tranvía y, por supuesto, raíles que atraviesan las calles, por los que, emulando al aeropuerto de Castellón, nunca ha circulado un tranvía (pero sí  ha provocado la caída de más de un ciclista). Y por supuesto El Cine La Esperanza.

  La desaparición de tanto cine sería suficiente para celebrar la existencia de cualquier sala, especialmente si no anida en un desagradable Centro Comercial, pero el Cine la Esperanza tiene méritos propios: es un cine de pueblo con todas las de la ley.

 ♦♦Estos son sus créditos♦♦

  • Reparto: Tiene una pantalla enorme y, por cierto, muy bien iluminada, no como la de la mayoría de los multicines de Centros Comerciales.
  • Dirección artística: Como corresponde la sala es inmensa y está ocupada con butacas rigurosamente vintage. Sin embargo, una vez debidamente repantingados resultan hasta confortables.
  • Producción: La entrada cuesta el modélico precio de tres euros. ¡Tres euros! IVA del  foragido Montoro incluído. Los bocadillos caseros de tortilla y otras delicatesen se venden a un euro. En el vestíbulo hay una barra gigantesca, atendida no por dos mustios, explotados y uniformados empleados sino por una legión de animosos camareros que pertenecen a la familia propietaria.
  • Sinopsis: La Esperanza ofrece películas de estreno que renuevan a los pocos días, a veces a diario. Su público es numeroso, animoso y bullanguero. Sin embargo, nada que ver con el parloteo del espectador de multisala que se cree en el salón de su casa y aprovechan la oportunidad para graznar comentario cualquiera, cuanto más obvio mejor. El público de La Esperanza va al unísono, grita, ríe y aplaude las calamidades del malo. Aquí se revive la  gratificante experiencia de compartir una película.
  • Epílogo:  Ni que decir tiene que se trata de un negocio familiar. Al parecer su dueño, José Manuel Alberola (que dispone de una Sala de Verano en el mismo local) recibió una oferta millonaria por vender el edificio. Si no fuera por su amor al cine, en aquel lugar, en vez de risas, se escucharía el chirriar de los coches subiendo la rampa del aparcamiento.

Es verdad, que en el Cine La Esperanza no se proyectará nunca una película de Kiarostami ni de Wong Kar-Wai. No es su función. No nos consolará de la pérdida de salas ni de distribuidoras como Alta films. Pero el cine se crió en la barraca de feria. Es su medio natural, compartiendo carromato con el tragafuegos y los espejos cóncavos.





El Señor Gordo
El humor está aquí, en algún sitio
Estamos en Facebook y Twitter

9 comentarios:

  1. buenas tardes ya, este tipo de cine siempre serán entrañables la única pena es que casi no quedan, entran ganas después de leer tu articulo de buscar uno cercano por donde cada uno vive.Que recuerdos de aquellos cines de verano!!!
    muchas gracias por tu articulo Manolo. que tengas un buen dia. mjose

    ResponderEliminar
  2. Es un gusto saber que el cine La Esperanza de Sanvi se mantiene por el amor al cine de su dueño. Este dato lo desconocía y a la vez me anima más a ir cualquier día de estos. Este hombre mantiene eso, la esperanza, de todos los amantes del cine a no perder la magia de las salas clásicas. Ojalá más ciudades y pueblos mantuviesen un solo cine "tradicional" en sus calles y con esos precios tan apetecibles.

    Respecto a la descripción que haces del pueblo, me suenan bastante las vías de su tranvía fantasma y sus carriles bici mal trazados o diseñados...una pena.

    ResponderEliminar
  3. Esta si que es casi una historia de ciencia ficción. La ciudad en la que vivo llegó a tener decenas de cines, repartidos por todos sus barrios, y no menos de seis terrazas de verano. No quedan ya más que las salas apelotonadas en un centro comercial, cuyas butacas poco a poco van ajándose sin que al parecer nadie tenga intención de evitar su deterioro. Bien puede San Vicente del Raspeig aferrarse a esa última Esperanza.

    ResponderEliminar
  4. Me alegra que quede gente que valore este tipo de cines. Tengo la suerte de conocer este en concreto, tanto en su version de invierno, como la de verano, (que se merece otro articulo) y siempre me ha parecido estupendo. Supongo que cuando le pusieron nombre no pensaron en el significado que acabaría teniendo.
    Muchas gracias por dar a conocer cosas como esta.

    ResponderEliminar
  5. pilar típico nombre común20 de mayo de 2013, 23:21

    !!!!Gran cine(al único que voy)!!!masificado por los precios de hoy en día(ya que por los 3€ puedes ver 2 películas dependiendo de la sesión) y por su gran tortilla de patatas riquísima .Muy recomendada su parte de verano con sus mesas para la merienda/ cena,la butacas son un poco mas incomodas pero esa vista entrañable de los cines al aire libre de nuestros padres o del autocine muy olvidado también

    ResponderEliminar
  6. Un buen ejemplo. Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. ¡Qué maravilla! Gracias por compartir tu publicación.

    ResponderEliminar
  8. Hola, di con tu blog, y me parecio muy interesante, mirando de aqui de alla, pues he comenzado uno también, te invito a visitarlo, http://cineapasionante.blogspot.com/ y podamos seguir en comunicación, Abril

    ResponderEliminar
  9. qué gran entrada!!! soy de Sanvi y desde pequeña voy a La Esperanza, no hay un cine mejor en el mundo, ni otro donde las colas de gente den la vuelta a la manzana!!! Me ha encantado leerte, besos!

    ResponderEliminar

¡Gracias por tu comentario!