Creo que la mayoría de las personas estaremos de acuerdo de que viajar es uno de las mejores cosas en las que emplear el tiempo que se nos otorga vivos. Abre la mente, estimula y permite leer las revistas de las compañías aéreas. En una de ellas, hace unos meses, en su artículo de apertura, se informaba de la compra por parte de una compañía aérea extranjera de la compra de unos nuevos aviones. En una foto aparecía el orgulloso presidente con otros presidentes y directivos de la compañía aérea y de la empresa vendedora, todo hombres. En otra, al orgulloso presidente rodeado de mujeres... azafatas de la compañía. Pensé que una información similar ya no sería posible en España sin levantar una oleada de críticas, más que justificadas.
Sin embargo, a veces la búsqueda de los inclusivo, lo paritario, lo no sexista se vuelve una paranoica búsqueda de un quítame esas pajas, cuando en lo esencial, se sigue definiendo a las mujeres con los mismos parámetros que se hacían hace más de cincuenta años. De manera invariable cuando fallece una mujer, especialmente si es joven se destaca que era sencilla, amable, con una sonrisa en los labios, cariñosa y dulce.
En la edición digital de El País se insiste sobre la historia de la española Arancha Gutiérrez, asesinada en Tortuguero (Costa Rica). Por supuesto vaya por delante mi condolencia para la familia y amigos y mi pésame. Lo que decimos de los muertos tiene mucho que ver con lo que pensamos de los vivos. Cuando uno fallece, es normal y justo que se destaquen las cualidades del finado. Será que en los momentos de dolor bajamos la guardia sobre lo que es políticamente correcto y nos quitamos la careta ideológica expresando las cosas tal y como las sentimos.
En el caso de Arancha se la define en El País como un "ángel" (las comillas son mías), llena de alegría, con enorme sonrisa. En la crónica anterior, luego corregida, el diario la calificaba como sencilla, cariñosa y amante de las causas perdidas. Según la información de este diario deja "huérfanos" a más 450 pacientes a los que atendía como fisioterapeuta. Está demasiado arraigado en nuestro interior que las mujeres son (o deben de ser) de una manera u otra madres.
Así describía el diario El Mundo a Ignacio Echeverría, el español asesinado en Londres hace algo más de un año cuando se enfrentó heroicamente a un terrorista: Jovial (que no alegre), metódico, constante, políglota (hablaba cuatro idiomas), recto, buena persona y el tío favorito de sus sobrinos.
Creo que la necrológica de Arancha no es la excepción. Si se repasa, y por desgracia hay mucho material, como se describe a las mujeres asesinadas, por ejemplo, víctimas de la violencia de género, siempre se destacan sus cualidades "femeninas" como su sencillez, su sonrisa, su alegría, su humildad, su generosidad, virtudes que no desentonarían mucho con el ideal de mujer de la Sección Femenina, una esposa y madre abnegada, tierna y dócil.
Una sencilla prueba para evaluar este tipo de situaciones sería pensar si la descripción de un varón hubiera sido lo mismo. ¿Se destacaría que deja huérfanos a sus pacientes o se destacaría su capacidad de trabajo y su profesionalidad como fisioterapia? ¿Se subrayaría su sencillez y su sonrisa o su capacidad de trabajo así como la confianza que transmitía a sus pacientes? ¿Se diría de él que era un soñador o por el contrario que era un activista y luchador en favor de las causas medioambientales?